La mediación profesional “es resolutiva” en los conflictos de la empresa familiar

Mar, 28/11/2017

Redacción y fotografía: Alberto Orellana

Como en cualquier otra organización, en la empresa familiar se producen conflictos y enfrentamientos que, por la confluencia de relaciones personales y profesionales, a menudo resultan complejos de solventar. Por ello, antes de que se enquisten y acaben con la relación de sus miembros o con el propio negocio, es preciso acudir a la mediación profesional en cuanto se detecta un problema de gravedad.

Porque “la mediación es resolutiva” y más beneficiosa que una acción legal. Una estrategia relativamente joven en España (con la Ley de Mediación 5/20212) pero a la que las empresas acuden cada vez más para atajar sus problemas civiles y/o mercantiles.

Este es el mensaje que la directora de Acordia Mediación, María Luisa Sanz, quiso transmitir este martes en la madrileña sede del Centro de Estudios Financieros (CEF.-), en el marco de un workshop gratuito, al que asistieron el director general del Grupo CEF.- UDIMA, Arturo de las Heras, así como la directora de la Asociación para el Desarrollo de la Empresa Familiar (ADEFAM), Marta Beltra.

Apostar por la mediación para resolver conflictos en la empresa familiar en los casos en que la falta de comunicación “muchas veces agranda el conflicto por haber perdido la perspectiva del problema”, como apuntó Sanz.

Como directora de Acordia Mediación, dedicada a mediar y resolver conflictos en empresas familiares, Sanz preguntó a ambos por algunas de las claves que hacen de la mediación una opción más barata, ágil y eficaz para solucionar problemas, en lugar de acudir a instancias judiciales y lastrar las relaciones a largo plazo. Entre los tres hicieron un repaso de los diferentes contextos que se pueden plantear en un negocio familiar para identificar mejor los posibles causantes, efectos, y por supuesto, soluciones menos perjudiciales ante los conflictos que surgen.

Se centraron en elementos fundamentales como las relaciones personales, que dependen del momento empresarial y familiar en que se encuentre el negocio. “Una mala gestión empresarial puede afectar a tu relación personal”, remarcó Beltra, quien coincidió con De las Heras en que generalmente “los problemas surgen por falta de comunicación” y por “no contrastar la información”, algo que el director del CEF.- ilustró con el conflicto catalán.

Tener una buena comunicación “es la única manera de consensuar y hacer eficientes las normas empresariales”, explicó Beltra, que argumentó que muchas veces “no tenemos capacidad de escuchar en el día a día al de enfrente”.

Escuchar es esencial, pero para evitar los desequilibrios en la empresa no siempre es cuestión de “debatirlo todo”, comentó De las Heras. Si bien es importante legitimar a todos los miembros de la entidad para que ofrezcan su punto de vista, el director general del CEF.- explicó que es necesario coordinar las responsabilidades “y debatir sólo en los casos más relevantes”, ya que el trámite del debate no puede saltarse la “representación de capital”. En definitiva, se trata de lograr el mejor equilibrio entre “consenso y confianza”, resumió De las Heras.

¿Y cómo se detecta un conflicto? La pregunta tiene varios factores, como expuso María Luisa Sanz, quien confesó que “fue el conflicto” quien la llevó a la mediación. La experiencia le ha indicado que ante los problemas no hay estándares, pero sí elementos cruciales, como la actitud de la propia familia empresarial.

Para Sanz, ahí la mediación “permite averiguar cuáles son realmente los intereses de los miembros” del negocio, así como a “esclarecer los roles” dentro de la organización. Marta Beltra añadió que “la cuestión es saber si los miembros son los suficientemente sensibles, generosos y realistas” para poder prever los problemas.

Para atajar esta situación algunos de los consejos que se escucharon en el CEF.- fueron “no guardar nada debajo de la almohada, ser honesto y pedir ayuda”, como recalcó Beltra, e “ir solucionando los problemas sin llevar al límite los asuntos en los que no se está de acuerdo, y, si se enquistan, acudir a un profesional”, tal cual defendió Arturo de las Heras.

En resumen se trata de avalar la confianza diaria de los miembros de la empresa, contener de la mejor manera posible los temas espinosos y los intereses enfrentados que estos puedan tener, para con ello conocer mejor a la plantilla y mejorar la relación entre las personas de las que depende el devenir de la empresa. Pues, como dijo De las Heras: “Las empresas no existen, existen las personas. Somos la medida de todo, y los conflictos son entre personas”.