El uso generalizado de la mascarilla reduciría al 5% la probabilidad de contagio

Lun, 18/05/2020

Webinar con Arturo de las Heras, Rafael Pastor y Luis Miguel Belda

Rafael Pastor, Instructor del Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid y Máster en Prevención de Riesgos Laborales por el CEF.- UDIMA, defiende el uso mayoritario de la mascarilla por parte de la población como reductor del riesgo de contagio, hasta un 5%, afirma este especialista.

Por Rocío González 

Lo hizo durante su participación en el marco del Ciclo de Conferencias online y gratuitas convocadas por el Grupo Educativo CEF.- UDIMA bajo el hashtag #QuédateEnCasa, con motivo de la crisis del coronavirus en la webinar “Cómo mejorar la protección individual y colectiva utilizando máscaras, guantes y la lejía frente a la exposición al COVID-19”, en la que dio indicaciones a la población en cuanto al correcto usos de máscaras, guantes, gel hidoralcohólico y lejía.

Pastor puso la guinda a las 131 conferencias y más de 240.000 visualizaciones que “han servido para enseñar y entretener en este periodo de confinamiento a la población”, según apuntó Arturo de las Heras, presidente del Grupo Educativo CEF.- UDIMA, quien aprovechó esta la última webinar #QuédateEnCasa para mostrar su agradecimiento, tanto a los espectadores como a los participantes y equipo técnico implicados en esta iniciativa.

Inició su ponencia abordando la importancia de la protección individual entendiéndose como aquellas ideas para aprovechar y proteger a las familias en el entorno laboral de un modo propio, y por protección colectiva aquella técnica de seguridad cuyo objetivo es la protección simultánea de varios trabajadores expuestos a un determinado riesgo. Es imprescindible adoptar tales medidas preventivas, no solo para protección individual sino para la efectividad de la protección colectiva, subrayó.

Mascarillas FFP2 sin válvula para protección respiratoria

Las mascarillas son un equipo de protección respiratoria que ayuda a que la probabilidad de contagio sea menor. No obstante, advirtió, es importante tener en cuenta que no todas las mascarillas son óptimas para protección individual y colectiva.

Por eso, Pastor recomienda, por encima del resto, la “FFP2, pero sin válvula”. Por su parte, las llamadas mascarillas quirúrgicas, por ejemplo, "protegen a los demás, pero no a nosotros". Hay que ser conscientes, agregó, de que esta mascarilla, aunque más cómoda y económica, no es considerada como una protección individual. Por lo tanto, para que la probabilidad de contagio se reduzca más del 5%, todos los ciudadanos deberían llevarla con el objetivo de protegerse unos a otros.

Asimismo, esta mascarilla, al no estar diseñada para filtrar el aire inhalado, no puede considerarse EPI (Equipo de Protección Individual, de acuerdo con el Real Decreto 773/1997), porque “no busca filtrar el aire que respiramos, sino filtrar el aire que expulsamos durante la respiración, al toser o estornudar”, añade Pastor.

Las mascarillas sin válvula de protección individual que pertenecen al grupo de los EPI son las que filtran el aire que inhalamos, evitando que los contaminantes entren en nuestro sistema respiratorio. FFP1, FFP2 y FFP3 son las que se encuentran en este grupo de seguridad alta. Las mascarillas con filtro de protección personal FFP2 de color blanco según la norma de la Unión Europea EN149 están diseñadas para retener más de un 92% de partículas y así ser eficaz frente a la enfermedad generando una seguridad alta y confiabilidad total.

Resulta necesario que estas mascarillas deben estar certificadas por el NIOSH (Instituto Nacional para la Seguridad y la Salud Ocupacional) de los Estados Unidos con un símbolo N95 cuya capacidad de filtrado es del 95%. Importante recordar que no son reutilizables, sólo en el caso de ir acompañadas de una “R” si lo serán.

Por último, respecto a las mascarillas de protección individual con válvulas de exhalación para facilitar la expulsión de aire y que la temperatura interior sea agradable, indicó que, siendo un tipo de mascarilla más especial, reutilizable, que filtra, por contra no protege al entorno, sino sólo a nosotros mismos, pues el aire que expulsa no es filtrado. Su caracterización es óptima para un uso profesional en entornos con riesgo de inhalación de gases, por ejemplo. El uso de este tipo de mascarilla con válvula debajo y una sanitaria encima, puede ayudar a proteger a los demás y a uno mismo.

Las recomendaciones para el uso de las mascarillas es higienizar las manos con hidroalcohol, ajustar las gomas a las orejas y nariz para reajustar y no volver a tocarla hasta su retirada, para lo cual, volvemos a higienizarnos con el hidroalcohol y la retiramos de atrás hacia delante.

En relación con las pantallas de protección, señaló que son un equipo de protección ocular que al ser largas protegen toda la cara, hacen de barrera física, frente a la saliva, un estornudo, una tos, pero, avisó, lo correcto es usar la pantalla con la mascarilla. La mascarilla es imprescindible.

La seguridad individual y colectiva es responsabilidad de todos para que el riesgo de contagio en zonas públicas se reduzca. Por ello, en necesario el uso de mascarillas FFP2 sin válvula en cualquier lugar donde estemos transitando, resumió.

Un 0,1% de lejía es suficiente para inactivar el coronavirus  

La lejía es el mejor descontaminante para todo, zapatillas, suelo, máscara FFP2, etc., pues neutraliza los aminoácidos y es capaz de destruir la pared celular de las bacterias y así aniquila y destruye al virus. Pastor asegura que “con un 0,1% de hipoclorito es suficiente para acabar con la mayoría de microorganismos patógenos, incluyendo el actual coronavirus”. Con esto oxida, corroe y ataca las proteínas descomponiéndolas y en menos de un minuto inactiva el coronavirus.

La lectura detenida de las etiquetas cuando se adquiere este tipo de producto es imprescindible y de suma importancia, porque no solo es un desinfectante que destruye la materia orgánica, sino que a la vez es dañino para las vías respiratorias. La ventilación del espacio tras su uso es necesaria. Un método eficaz y cómodo es el uso de pulverizadores para aplicar y así no tener que frotar ni enjuagar. La lejía de uso doméstico está diluida en agua, así que, solo con leer su respectiva etiqueta sabremos la cantidad necesaria para poder hacer la mezcla.

La concentración ideal para descontaminar de un modo eficaz recomendada por Pastor es “un vaso de lejía de unos 200/250 ml añadido a un capacidad de 8-10 litros más o menos en agua fría, pues con agua caliente se descompone y suelta un gas que puede intoxicar”. Un dato importante, es no mezclar este desinfectante con cualquier otro, pues su incompatibilidad puede liberar gas cloro, nocivo para la salud humana.

Otro producto de protección individual que ayuda a la desaparición del virus es el hidroalcohol, producto de nula toxicidad y nada agresivo. Su utilidad con alta frecuencia y reiterada es importante para evitar el contagio.

La controversia en la utilización de guantes

Los guantes de látex y de nitrilo son los más usados en este tiempo motivado por el virus del COVID-19 y aunque ambos son igual de útiles, no son imprescindibles. El problema es que hay una "falsa seguridad", porque “si entramos con nuestros guantes de la calle y luego toco cualquier superficie o producto si haberlo desinfectado, pues puedo contaminarlo”, indica Pastor. Es necesario conocer el método seguro para ponerlos y quitarlos e importante evitar tocar las zonas sensibles de contagio como la boca, nariz y ojos antes de su desinfección.

La utilización recomendada es usar hidroalcohol antes de tocarlos, poner el guante y tras esto, volver a higienizar. Según Pastor, “la costumbre de utilizar hidroalcohol es mejor que el uso de guantes”. La retirada de los guantes es pinzando en el exterior y enrollarlo en el que ya tengo puesto. Tras esto retiro el otro y hago canutillo.

Como conclusión, Pastor reiteró que hay que tener “disciplina, conciencia y responsabilidad colectiva” para no ser transmisores del virus ni tener el riesgo de contagiarnos. La iniciativa del uso de mascarilla FFP2 con el cumplimiento de la norma americana, seguir las recomendaciones sanitarias y no entrar en pánico es clave para proteger al usuario y a las demás personas.

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